I
Me encanta.
Me encanta estar triste, sentir el aroma sabroso a hierro en
mi lengua, y alegre, con campos sembrados destilando vino.
Me encanta zambullirme en cada parpadeo.
Me encanta dormir sin soñar. Soñar y no recordar nada al día
siguiente.
Me encanta ver, oler, oír, besar, morder, acariciar, tener
una erección.
Me encanta estar falto de aire y ponerme nervioso.
Me encanta escuchar las corcheas, leer los sentidos de los
que está hecho el poeta, escribir diciendo lo que pienso sin miedo.
Me encanta gritar con los versos cargados de tensión, hablar
susurrando, entonando, como si desde lo más bajo de mi suelo, vea el telón
plácido bajarse y querer decir una última estrofa.
Me encanta mostrar mis dientes adornados del amarillo de la
nicotina.
Me encanta enfermar, ponerme plácido después de ducharme,
ver poco a poco al parto en mis mejillas labio y frente.
II
Me encantaría dejar la tierra durante un tiempo, como si
fuera a dejar la irritada mente reposar con sentimentales solos de trompeta,
acercados hacia mí, desde la oscuridad de lo infinito.
Si esto es la muerte, me encanta.
A veces yo trato de forzarme a sentir todo lo que en falta me hace, pese a verlo como algo triste y lleno de penumbra, porque.. aún en la penumbra de la vida.. existe la belleza en forma de sabores.
ResponderEliminarPero no por ello desaparezco, o al menos sin un motivo o una breve explicación, sabes quién soy, dime algo.. que estás bien, que estás mal, que necesitas espacio, cielo, o cualquier cosa que se te pase por la cabeza sin motivo alguno, pero dime algo por favor.
Atte: Tu viejo y anciano pero no longevo amigo