miércoles, 17 de julio de 2019

Rituales antes de dormir


Siempre me ha gustado masturbarme. Lo adoro. La erección, la mano posándose sobre las venas hinchadas, el movimiento testicular.

Oigo los tambores del trirreme, que en un sonido menguante ascienden a crescendo a medida que avanzo. Las notas contaminan todo el cuerpo, y al tempo le siguen los pulmones, el corazón y los bellos de mi piel rizándose.

La mejor parte es momentos previos al gran final, cuando en mi cabeza y en todo mi cuerpo se siente un calor sofocante, pero, la ventana está abierta, y una discreta ráfaga de aire entra por ella, y me enfría la cabellera. Después, ese frescor, llega a la frente y hiela las gotas de sudor. Y con los ojos cerrados, veo a mi musa en su habitación. Sus paredes son blancas, el gran pene corintiano es blanco, las cortinas son de lino al igual que las almohadas y nuestros cuerpos pálidos. Ella está encima mía, su pelo brinca travieso y chocan cabellos con cabellos y se enredan.

Pronto, ella me mira y sonríe, su sonrisa es contagiosa, pues yo también deseo alegrarme, y lo hago. Alza su cabeza al techo y gime en un éxtasis mientras aún sostiene su nota andante.
Ya he acabado. Suelto el pene y lo dejo caer sobre mi barriga, noto como las gotas están dispersas y forman una figura geométrica perfecta. El calor desaparece, y desaparece la brisa. Y entonces, todo vuelve a ser normal. Y lo único que deseo es volver a su palacio, donde tanto el sol como el aire también comparten lecho con nosotros.

1 comentario:

  1. Considero que mucho se suele contar a cerca de la masturbación y momentos previos a ella.. con cierta nostalgia y anhelo yo también siento deseos de volver a disfrutar del acto que hace ya tanto me parece haber disfrutado..
    Sublime y a la vez aterrador.

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